Mirar más allá: ¿qué le espera a Medellín en el futuro?
- Daniel Álvarez
- 13 mar 2023
- 3 Min. de lectura
Quintero se encargó de dejar caer incluso lo que no necesitaba sino el mantenimiento mínimo.
Siempre me han interesado los temas de ciudad. Me ha movido la pregunta de cuáles son los contextos que llevan a un estilo de vida: ¿la cultura, el entorno social, las creencias, la educación? Sin embargo, hasta hace poco no había pensado cómo el modelo de planeación de una ciudad puede influir en la vida de un ciudadano. Qué tanto lo público afecta a lo individual. Cuando ingresé a La Otra Ciudad mi perspectiva cambió, pues me di cuenta de que esto se debe tratar a fondo y no es una conversación fácil, si no, al contrario, un asunto complejo en el que convergen muchos factores.
Ahora entiendo que también la situación de Medellin se tiene que ver desde un enfoque de planeación de medio ambiente y de movilidad. Lo de los tacos y la calidad del aire va más allá de la conversación de pasillo. Entendí que Medellín tiene muchos problemas en este sentido, por no hablar de la ausencia de una cultura de apropiación de los espacios públicos.
En materia de medio ambiente Medellín tiene muchos retos, pues la ciudad tiene altos niveles de contaminación del aire, principalmente debido al tráfico vehicular y la industria. Tampoco hemos logrado manejar adecuadamente los residuos, lo que ha llevado a la acumulación de basura en las calles y los grandes estragos que ha dejado las lluvias gracias al cambio climático, pero, ¿Qué ha hecho la administración para resolver esto? A pesar de que, en campaña, una de las promesas del actual Alcalde fue la llamada “Eco Ciudad”, poco ha hecho. En el 2020 tuvimos el menor presupuesto de la Secretaría de Medio Ambiente en los últimos 11 años y poco ha mejorado, hemos visto en crisis al Jardín Botánico y, según Medellín Cómo Vamos, entre 2020 y 2021 en Medellín disminuyó la satisfacción con la calidad del aire, pasando de 45 % (que ya era mala) a 34 %, que es perverso.
Solo el 17% de las personas del Valle del Aburrá se mueven en vehículo particular, pero el 100% de nosotros sufre por las afectaciones de un modelo que prioriza a los carros sobre las personas.
La movilidad no se queda atrás en retos. Tenemos una sobrepoblación de carros, pero esa tasa de natalidad no para de crecer. Aunque ya no caben más carros en esta ciudad, la industria automotriz sigue creciendo beneficiada de exenciones, favoritismos y pusilanimidad de los gobernantes. Solo el 17% de las personas del Valle del Aburrá se mueven en vehículo particular, pero el 100% de nosotros sufre por las afectaciones de un modelo que prioriza a los carros sobre las personas. En Colombia hace varios años que la mayor causa de muertes en jóvenes son los accidentes de tránsito. Esta es una pandemia de la que pocos hablan.
Con incontables desafíos, tenemos un transporte público que no es incluyente: no atiende ni se preocupa por las personas discapacitadas; expone a las mujeres a infinidad de peligros e incomodidades sin tener líneas claras de atención. Es un sistema en el que toca estar pendiente de los bolsillos para que los “amigos de lo ajeno” no se hagan la quincena con lo nuestro. Lo que es más grave es que no se ve un interés ni un compromiso conciso por mejorar el sistema. Mientras que ciudades como Quito construyen varias líneas de metro subterráneo en 8 años y al tiempo, aquí el Metro de la 80 no ha pasado de ser un plano, y el ferrocarril de Antioquia ni plano tiene siquiera. Sobre los buses ni hablemos, porque llevamos 30 años viendo los mismos carros obsoletos, mal tenidos, inseguros y ruidosos.
Ojalá pudiéramos decir que existen buenas opciones para evadir ese caos. Pero Quintero se encargó de dejar caer incluso lo que no necesitaba sino el mantenimiento mínimo. Quién sabe a dónde se habrán ido los más de 600.000 millones de pesos que tiene EnCicla. En todo caso, no habrá sido a las estaciones: las que no están cerradas se están cayendo a pedazos, sin poderse usar.
Hace poco se publicó el informe Medellín ¿cómo vamos? Duele decir que la respuesta a esa pregunta es evidente: vamos mal. La ciudad tiene grandes desafíos y está liderada por alguien que, evidentemente, es incapaz de enfrentarlos (menos aún de superarlos). Como ciudadanos debemos tomar acción, pronunciarnos y exigir que se actúe en estos temas, que nos implican a todos. Por eso quiero invitarles a tener una mirada que ve más allá, especialmente en este año electoral. En este momento de elegir nuevos gobernantes, pensemos a dónde va la ciudad, cuáles son sus retos, y en quién queremos confiar el futuro de Medellín estos próximos cuatro años.
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